Unción

El sacramento de la unción de enfermos, por el que el Señor Jesús se convierte en consuelo y fortaleza para quienes sufren dolores y tribulación por falta de salud, es administrado en nuestra parroquia siempre que se solicita. Basta con llamar o acercarse al despacho parroquial para ponerse en contacto con el párroco o alguno de los sacerdotes. Ellos concertarán el modo y el momento más propicio para la celebración del mismo, acudiendo con diligencia allí donde se necesite y llevando el óleo de Cristo-médico, que suaviza todo sufrimiento:

Pues, ¿quién es el médico? Nuestro Señor Jesucristo. Y, ¿quién es nuestro Señor Jesucristo? Aquel que fue visto incluso por quienes le crucificaron. (…) Él es el médico total de nuestras heridas, aquel crucificado que fue escarnecido. (…) Allí curó tus heridas, cuando soportó mucho tiempo las suyas; allí te libró de una muerte perpetua, donde se dignó morir temporalmente. ¿Murió y, no obstante, con Él murió tu muerte? ¿Qué muerte es esta que mata la muerte?

[S. Agustín, In Io III,3]

 

La administración del sacramento de la Unción se encuadra en una labor más amplia de acompañamiento. En la parroquia San Antonio María Claret existe un grupo de Pastoral de la Salud, que atiende a personas enfermas o de edad avanzada. La atención que se presta varía mucho, en adecuación a las necesidades del enfermo: en unos casos sencillamente se les hace compañía; otras veces se les acompaña al médico, o se les ayuda a hacer gestiones, o a resolver alguna dificultad de su vida diaria. También se distribuye la comunión a los enfermos que lo desean y así lo solicitan.

Respecto a las personas que llevan a cabo este servicio, lo hacen siempre de acuerdo con el tiempo que pueden aportar, y en relación con las necesidades del enfermo. En este momento hay 14 personas que colaboran en pastoral de la salud y 52 personas asistidas, la mitad de ellas en una residencia de ancianos.

En esta tarea nacida de la misericordia se acoge a personas de todas las creencias, si bien el grupo como tal forma parte de la Iglesia, y trata de actuar conforme al espíritu de Jesucristo. De ahí que uno de los servicios más cualificados consista en llevar la comunión a las personas que lo desean. Asimismo, existe un pequeño grupo de feligreses que, aun no pudiendo asistir por sí mismos a los enfermos, debido a que ellos mismos padecen enfermedad o tienen importantes limitaciones de tiempo, oran intensamente por cuantos sufren los estragos de la falta de salud y de la vejez. En general, uno de los criterios principales del grupo es que la oración es la actividad prioritaria y más eficaz, fundamento de la asistencia directa.

La mayor parte de las personas que ayudan sienten interiormente una gran satisfacción religiosa, aunque a veces se encuentran situaciones duras a nivel humano. Junto a lo anterior, es frecuente la convicción de que en la actividad asistencial se recibe mucho más de  lo que poco o mucho que se hace o se da.

Todos los días celebraba la Misa muy temprano, y luego me ponía en el confesionario y no me levantaba mientras había gente. Todos los días por la tarde daba una vuelta por las calles principales de la población, y singularmente por las calles en que había enfermos, a los que siempre visitaba cada día, desde el Viático hasta que morían, o se ponían sanos.

(San Antonio María Claret, Aut 110)

 

Si alguien quisiera unirse a esta labor, que forma parte del corazón de la vida parroquial, no tiene más que comunicárselo a alguno de los sacerdotes que trabajan en la parroquia, particularmente al P. Victorino Rey, que supervisa esta labor más directamente.